“Gracias al soporte recibido en el colegio, pude tener las fuerzas para estar siempre con una sonrisa”

“Gracias al soporte recibido en el colegio, pude tener las fuerzas para estar siempre con una sonrisa”

Miss Gladys Raguz

¿Cómo llegó al Santa Margarita?

Entré al colegio, primero, como madre de familia en el año de 1977. Fue en la época que el gobierno militar nacionalizó la empresa Minera de Marcona Mining Company, donde trabajaba mi esposo como ingeniero de minas. Dadas las circunstancias que se vivieron, la situación se puso difícil y tuvo la suerte de ser llamado a otra empresa minera, en Cerro de Pasco.

Mis hijos mellizos cursaban el 3er Grado. Nos tuvimos que venir a vivir a Lima; mi esposo debía irse a la mina que estaba a más de 3500 metros de altura. Por la educación de mis hijos me tuve que quedar aquí. Empecé a buscar colegio. Una tía muy querida, al enterarse de mi preocupación, me ayudó. Era muy amiga de la Sra. Carmen Luz Arias de Descalzi, esposa del director del colegio, Don Guillermo Descalzi, y mis hijos tuvieron la suerte de entrar al colegio como alumnos ese año 1977.

Habiendo trabajado siempre como docente en varios lugares, añoraba y extrañaba mis clases, estar en contacto con los chicos. Pensé mucho y un día entré a la Dirección de Estudios del colegio y ofrecí mis servicios a la Sra. Adriana Cabrejos. Ella me pidió mi curriculum vitae.

Llegó fin de año y nos fuimos de vacaciones a la mina. Uno de esos días mi mamá recibió una llamada de la Dirección de Estudios para pedirle que se comunicara conmigo porque estaba invitada a un curso en el mes de marzo. Decidí volver. Asistí al curso, pero no me llamaron.

Un tres de abril de 1978, recibí la llamada de Don Guillermo; muy atento, me dijo, señora Raguz la necesito con urgencia en el colegio a las ocho de la mañana. Llegué y sin más preámbulo luego de un saludo cordial me dijo: “Acompáñeme”. Mi sorpresa fue grande. Me llevó a un 6to Grado, abrió la puerta entramos y me presentó como profesora de Comunicación y como su tutora. Casi me caigo de espaldas de la emoción, de los nervios y del susto de no saber qué hacer.

Antes de entrar sus palabras fueron: “Señora Raguz, la veo muy suave y este grupo de chicos, sobre todo los varones, son terribles. Hagamos una cosa, si usted no puede me avisa y si yo veo que no puede con ellos, hablamos y hasta ahí no más. ¿Le parece?”.  Acepté.

Terminó el año escolar y después de la clausura me acerqué al director para agradecerle la oportunidad y me dijo: “Un año más, hijita, y vemos qué pasa”. Al final del curso de ese año le agradecí nuevamente y su respuesta fue: “Hijita, usted ya es Santa Margarita”. Santa Margarita fue mi segunda casa, y el lugar que recibió y formó a mis tres hijos.

¿Qué destacaría como valores institucionales?

Santa Margarita, es para mí una institución donde se forma a los alumnos inculcándoles valores que a lo largo de su vida constituirán una sólida formación humana, procurando el desarrollo de sus facultades humanas. Todo este trabajo se da con la participación de los padres y el trabajo arduo, ejemplar y de entrega a su labor formadora de los tutores.

Los valores que destacan en el colegio son realmente aquellos que fijan en los educandos su forma de ser, de actuar, de servir y de colaborar: Respeto, responsabilidad, solidaridad, autonomía, toma de decisiones, liderazgo, iniciativa de servicio, iniciativa, espíritu religioso, ayuda al prójimo, orden, trabajo bien hecho como dice nuestro lema: “Lo que debas hacer hazlo bien”

Para mí el colegio Santa Margarita significa mucho. Mis tres hijos estudiaron en él. A lo largo de los 40 años que trabajé allí, mis experiencias fueron muchas. Enseñé a Juan Diego Flórez, a Gian Marco Zignago, a Alonso Segura ex ministro de Economía, a Carlos Moyano y con cada uno de ellos tuve simpáticas anécdotas. Sería largo contar a muchos más exalumnos que durante su estadía marcaron mi vida.

¿Cómo se siente de ser parte de la historia del Santa Margarita?

Significa mucho para mí haber sido parte del Colegio Santa Margarita. Aprendí tanto, recibí tanto, que las palabras se quedan cortas para expresar los sentimientos que fluyen en mi mente y corazón. Enseñar, ayudar a formar a los alumnos, acompañarlos en sus buenos y difíciles momentos; compañar también a mis queridos amigos profesores, a veces escucharlos, reírnos juntos y por qué no decirlo, a veces también derramar algunas lágrimas de vivir emociones fuertes, alegres, tristes, que hicieron que valorara al ser humano cada día más.

En los años que estuve en Santa Margarita viví momentos personales muy duros y difíciles. Perdí a los seres que uno más quiere: papá, mamá, mi único hermano y a mi esposo. Gracias al soporte recibido en el colegio y por la calidez, el cariño de todos, pude tener las fuerzas suficientes para estar siempre con una sonrisa y llevar mi dolor con fortaleza y con el apoyo de Dios.

Tengo que agradecer mucho al colegio a cada uno de los integrantes, al señor Edistio Cámere que, como director, supo confiar en mí. Y a todos los integrantes de la familia Santa Margarita. Todos supieron darme su apoyo, ayuda, cariño, comprensión, haciéndome sentir miembro de una gran familia a pesar de los errores que pude cometer como ser humano.

Si tuviera que resumir en pocas palabras su estadía en el colegio, ¿qué nos diría?

Mi alma se regocija de sueños y vivencias compartidas con el regalo que Dios me dio, vivir cuarenta años plenos de aprendizajes, de calor humano de grandes y chicos, que al final llegaron a ser mi segunda familia, por esa razón es que en mi corazón vivirá siempre Santa Margarita.