¿Hijos felices vs. exigencia?

¿Hijos felices vs. exigencia?

“Tu hijo aquí será feliz”, “Aprender aquí sí será divertido” son solo algunos ejemplos de frases que vemos constantemente en el mundo educativo a nivel mundial. Cada día, nidos y colegios centran su mensaje en la felicidad y diversión en la educación. Si lo miramos superficialmente no pareciera ser negativo pero, ¿es realmente la diversión y la felicidad el fin de la educación?

Divertir, según la RAE[1], tiene dos significados: “Entretener, recrear”, pero también “Apartar, desviar, alejar”. Incluso, la definición militar de la palabra habla de “dirigir la atención del enemigo a otra o a otras partes, para dividir y debilitar sus fuerzas”. Divertirse es bueno, no hay que malentender el texto. Sin embargo, diversión y felicidad no son sinónimos, y hoy se están confundiendo como tales.

La felicidad es un concepto complejo de definir, ¿es un estado de ánimo? ¿una emoción? ¿un estado de satisfacción? Las definiciones son muchas y las coincidencias, pocas. Pero algo no varía, proviene del latín «felicitas», que deriva de «felix» y significa «fértil» o «fecundo». Una vida fecunda, una vida plena, en la que  dejamos nuestra huella en los demás, es entonces una vida feliz. Y para lograrlo, para que nuestros hijos tengan esta vida plena, necesitamos aprender a aburrirnos y a responder a exigencias.

¿Aburrirnos por qué? Tolstói decía que el “aburrimiento es el deseo de desear”, el inicio en nuestro interior del querer hacer, es la chispa que puede encender un fuego si no dejamos que se apague. Esa capacidad de no apagar la chispa, es la capacidad del asombro ante la belleza y el bien a nuestro alrededor, que es la base para una educación basada en el pensamiento crítico, la reflexión, el crecimiento personal y las ganas de querer seguir aprendiendo.

Por su parte, la exigencia, muy mal vista en las últimas décadas, es la condición que necesita el ser humano para conseguir un propósito. ¿Qué es lo exigible?[2] Para una persona, que por naturaleza es libre, inteligente y con capacidad de amar, no se le puede exigir lo que ya es, sino la perfección continua de sus facultades, lo que NO es aún. Ese perfeccionamiento contínuo es lo que llevará a la persona a un desarrollo constante de su inteligencia, de sus virtudes, de sus talentos y podrá con ellos crear, solucionar, relacionarse, servir a los demás.

Por lo tanto, buscar la felicidad de nuestros hijos no implica romper con la exigencia, ni entretenerlos constantemente, ni solucionar sus problemas.
No hay que distraerlos ni desviar su atención de la capacidad que ellos mismos tienen de asombrarse, de aprender, de crear y de servir. No hay que dejar que la educación se convierta en un circo, los profesores en payasos y los alumnos en meros espectadores, pues estaríamos atentando contra sus habilidades en potencia. No olvidemos que la felicidad no está en llevar una vida fácil y divertida, sino plena y fecunda.

Marcela Cámere
Gerente Adjunta 

 

[1] Definición de Divertir https://dle.rae.es/divertir?m=form
[2] La Exigencia en la Educación https://entreeducadores.com/2011/01/22/la-exigencia-en-educacion/