El impacto del aislamiento en los adolescentes

El impacto del aislamiento en los adolescentes

¿Nuestros adolescentes, y la sociedad entera, habíamos estado alguna vez en una cuarentena? Pues no, y tuvimos que dar paso a un ‘nuevo hoy’, sin previo aviso. Con la llegada del Coronavirus vino el aislamiento social que nos impactó de diferentes formas: las clases son virtuales, las interacciones son otras y las habilidades sociales se ponen en evidencia. Al inicio, fue una oportunidad para estar en familia; sin embargo, se evidenciaron ciertas características en las personas, como ansiedad, irritabilidad, estrés y preocupación intensa por la inestabilidad económica y por la salud.

Nos hemos visto en la necesidad de usar más las tecnologías, a trabajar desde casa y reinventarnos; a interactuar desde un medio virtual… pero, qué podemos decir de nuestros adolescentes, que estaban acostumbrados a realizar varias actividades fuera de casa. Ellos también se han visto afectados: su nivel de tolerancia está en juego, se han desbordado los niveles de frustración, la desregulación emocional está en incremento, sus relaciones interpersonales se dan solo a través de las redes sociales (no pueden ir a visitar a sus amigos). Pero todas las dificultades, los miedos o angustias, el desconcierto, el cambio, la confrontación y los desencuentros no han sido del todo ‘negativos’. Todo lo contrario, como docentes o padres de familia, estamos aprendiendo de ellos y nos dejarán una clara enseñanza.

Dentro de nuestras propias limitaciones, hacemos nuestras acomodaciones según la peculiaridad de cada familia. Por ello, la comunicación auténtica es imprescindible. Dejemos de lado los celulares para formar y educar con un diálogo abierto y una escucha activa que permitan que nuestros hijos aprendan a expresar sus opiniones o sentimientos, pues ello es una habilidad social fundamental. Consideremos promover un espacio particular para conversar sobre lo que les afecta y motivémoslos a reflexionar con ejemplos, enseñémosles a priorizar nuestras urgencias, a tener espacios de silencio para equilibrar las ideas y las emociones y dar solución a aquello que nos preocupa. Es recomendable dialogar, también, sobre la imagen que quieren dar a los demás en estos momentos de aislamiento; no es necesario cambiar para que los acepten: si son coherentes con lo que piensan, dicen y hacen, serán personas auténticas y seguras de sí mismas.

No podemos dejar de lado que ahora, al estar más tiempo en casa, se deben establecer normas claras, concretas y avisadas, así como unas consecuencias coherentes, sin reducir las sanciones, corrigiendo en privado con constancia, paciencia, respeto y amor. Hay que establecer rutinas porque la vida no es la misma. Es necesario repartir las tareas del hogar mediante acuerdos conjuntos y tener actividades organizadas dentro y fuera del ámbito familiar.

Los adolescentes están aprendiendo a manejar sus emociones en una situación particular: bajo el aislamiento, por ello conviene mucho la regulación y validación emocional por parte de los padres. Si somos capaces de educar controlando los enfados o los diversos estados anímicos, ello nos permitirá entenderlos mejor y enseñarles a regular sus impulsos y/o reclamos.

Para un adolescente puede resultar agobiante pensar en el colegio, en las relaciones de amistad, lo que esperamos de ellos, los pendientes o las metas que se proponen. Y pueden llegar a terminar asfixiados si no asumen con calma la frustración o no tienen claro que hay que vivir un día a la vez para llegar a donde se quiere llegar, pues, al final, las pequeñas victorias llegan a ser grandes logros. Hay que ayudarlos a que identifiquen la situación positiva que les sucede durante el día y motivarlos a transformar los problemas en una oportunidad para aprender. ¡Enseñar con nuestro ejemplo será siempre la mejor clase en sus vidas!

Miss Julissa Castillo