El impacto del entorno en el desarrollo del hábito lector

El impacto del entorno en el desarrollo del hábito lector

Aprender a leer y amar la lectura son dos aspectos que se complementan, pero que se desarrollan de manera un tanto distinta. Se sabe que el proceso de la adquisición de la lectura es contemplado como uno de los aprendizajes más importantes durante la etapa escolar; sin embargo, alcanzar este objetivo con éxito no garantiza que el estudiante mantenga el hábito de la lectura y que disfrute de ella.

Con el pasar del tiempo tenemos la posibilidad de desarrollar el hábito lector; sin embargo, esta no es una tarea fácil, pues demanda constancia, acompañamiento y seguimiento. El éxito de este proceso lo garantiza la relación que se establece entre la familia y la escuela.

La relación familia-colegio se convierte en un interesante medio para poder conseguir que un estudiante no solo sepa leer y comprender, sino también que lo haga con interés, lo disfrute y sea constante. La función educativa que cumple la familia, en especial los primeros años, es insustituible.

Existen estudios que determinan la importancia del rol de la familia en el rendimiento académico y en los hábitos lectores particularmente. Se ha comprobado que cuando los padres se involucran y muestran una actitud favorable hacia el desarrollo de la lectura, logran que sus hijos alcancen mejores resultados académicos. Asimismo, se observa que el hábito lector se desarrolla en niños cuyos padres son lectores y, a su vez, fomentan la lectura de todo tipo de textos. Del mismo modo, se ha observado que los adolescentes poseedores del buen hábito de la lectura se han desarrollado en un ambiente en el cual se acostumbra a comentar sobre los libros que leen.

Es importante precisar que la lectura no puede ser concebida solamente como un medio para tener éxito en la escuela o para conocer más sobre una determinada materia. Leer debe ser una manera de entretenerse. Por ello, se debe descartar la idea de que se trata solamente de una importante habilidad escolar.

Existen algunos mensajes que, sin darnos cuenta, nos llevan a reafirmar que la lectura es un trabajo o una tarea escolar. Esta idea se visualiza cuando, por ejemplo, condicionamos el leer un libro para después jugar o realizar alguna otra actividad que genere un momento de esparcimiento. Ningún niño espera ser recompensado después de haber realizado una actividad que le genera diversión; más bien, consideraría que la lectura demanda esfuerzo y un trabajo muy arduo.

La tarea que cumple el entorno de los estudiantes con respecto al disfrute de la lectura es determinante. Tanto las familias como el colegio motivan y acompañan en este camino de desarrollo del hábito lector.

Miss Sandra Segovia