Las dificultades específicas de aprendizaje (DEA) son un grupo de trastornos que preexisten antes de que se inicie la escolaridad y que conllevan a dificultades significativas en la adquisición y práctica de la lectura, escritura y matemáticas, a pesar de contar con una capacidad cognitiva dentro del promedio, escolaridad adecuada y un ambiente favorable. Estas alteraciones se presentan en un grupo heterogéneo de estudiantes que manifiestan un retraso significativo en algunos de los procesos o componentes mencionados y los resultados de su aprendizaje no guardan relación con su grado académico y coeficiente intelectual.[1]
Las DEA probablemente se deban a una alteración o disfunción neurológica que provoca dificultad en uno o varios ámbitos de la cognición; es decir, se encuentran alterados uno o varios procesos cognitivos como son la atención, memoria, lenguaje y percepción[2]. Las dificultades específicas de aprendizaje no se explican por una discapacidad intelectual, trastornos sensoriales, motores, conductuales, emocionales severos; adversidad psicosocial, falta de dominio de la lengua, de instrucción académica o políticas educativas inadecuadas[3].
Las principales características de las DEA son las siguientes:
- Tener un coeficiente intelectual dentro del promedio.
- Los problemas son consecuencia de factores intrínsecos, que se derivan de algún tipo de alteración en el sistema nervioso durante el embarazo, el período perinatal o en los primeros años de vida, debido a factores genéticos o adquiridos.
- Presentar una alteración en el sistema nervioso central que afecta uno a varios procesos que intervienen en el aprendizaje.
- La dificultad puede detectarse desde la etapa inicial del aprendizaje, aunque frecuentemente se evidencia cuando el niño inicia el aprendizaje de la lectura, escritura y cálculo. Puede ser diagnosticada en un tercer grado.
- Las DEA pueden generar problemas emocionales y de conducta, como consecuencia, o debido a la labilidad del sistema nervioso central, pero no son factores causales del problema.
- Es una condición permanente que interfiere en la vida de la persona, por la diferencia entre su nivel intelectual y rendimiento académico, e impacta, entonces, en su autoestima, relaciones entre pares y en la dinámica familiar.
- Las DEA persisten durante la edad adulta, evidenciándose dificultades en la atención, memoria y codificación del lenguaje.
Es importante resaltar que las DEA son dificultades que persisten a lo largo de un período, a pesar de las estrategias psicopedagógicas empleadas. Según Bonals y Sánchez-Cano (2007), la información previa del estudiante y de su contexto ayudará a elaborar hipótesis iniciales, distinguir si se trata realmente de una dificultad específica o de una necesidad más generalizada, lo cual lleva a replantearse tanto el proceso de diagnóstico, como la toma de decisiones respecto a la intervención más adecuada.
Ahora, los estudios reflejan que, mientras más temprano se detecte alguna dificultad en el aprendizaje, mejor será la respuesta del niño frente a la intervención, y, por ende, también tendrá un mejor pronóstico. Y ya que es principalmente en un contexto educativo donde se verán reflejadas estas dificultades, generalmente nos toca, a los agentes educadores, ser los primeros en informar sobre posibles signos de alerta en el niño/a y brindar las respectivas recomendaciones para cada caso. Frente a ello, puede surgir la idea de que, si entonces, en edad preescolar, los centros especializados no nos brindaran un diagnóstico específico, sino una presunción, quizás sería mejor esperar a que el niño cumpla unos ocho o nueve años, para recién ser evaluado y así tener un diagnóstico claro.
Recordemos, entonces, que lo esencial no es el diagnóstico, sino el conocer, qué es lo que está necesitando el niño hoy, y quizá este conocimiento, en tempranas edades, no encaje con todos los criterios necesarios para un nombre clínico respectivo. En caso contrario, si descubrimos una necesidad a sus cinco o seis años y tomamos medidas de intervención al respecto, pero no observamos mejoras significativas, ¿por qué esperar a ser atendida posteriormente? Pensemos que el objetivo de un diagnóstico es abordar una necesidad: restémosle importancia al nombre, lo esencial es intervenir, más allá de la etiqueta.
Asimismo, parece ser fundamental generar sensibilización con este tema. Se debe contribuir informando adecuadamente sobre las dificultades de aprendizaje y lo normal que puede ser encontrarlas actualmente, en la escuela. Y, sobre todo, tener claridad de lo importante que es detectarlas e intervenir a tiempo. Un buen diagnóstico – o presunción diagnóstica- generará una intervención terapéutica ajustada a las necesidades del niño, al igual que una respuesta educativa más apropiada para su caso. Todo esto, abordado en equipo, generando sinergia colegio-familia, y en el momento adecuado, contribuirá a un mejor desarrollo para el estudiante.
[1] Defior, 2015 Manjón & García,2001; Rebollo & Rodríguez, 2006
[2] Portellano, 2007; Defior, 2015
[3] Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5, 2014