Miedo, confianza y coherencia

Miedo, confianza y coherencia

Los dichos populares son excelentes excusas para conversar en familia pues encierran mucha sabiduría y posibilidad de profundas reflexiones. Hay uno, en particular, que suele rondar mi pensamiento, “de buenas intenciones, está plagado el infierno”. Lo más común es que nos lleve a valorar la importancia de la fuerza de voluntad, de las decisiones y de la ejecución del bien deseado; sin embargo, quisiera concentrarme en la primera parte, pues encierra un valor sustancial en las buenas intenciones, ya que están, necesariamente, cargadas de amor. En nuestra mente deseamos ser forjadores de bienestar para quienes nos rodean: familia, amigos, compañeros de estudio o trabajo, alumnos, comunidad en general. Este amor, que es el sustento del servicio a los demás, debería bastar para movernos a la acción sin obstáculos; no obstante, los temores y miedos nos embargan al percibir un indicio de fracaso con consecuencias desfavorables a los demás o a nosotros mismos.

¿Es igual tener temor que tener miedo? Se tiene temor a algo que infunde respeto, temor al mar, a fallar en la tarea encomendada. Ese temor nos lleva a ser muy conscientes, cautelosos, responsables y prudentes en nuestro actuar; pero, generalmente, no conduciría a la inacción. El miedo, por su parte, sí nos puede paralizar o llevar a enfrentar la misión con algunos obstáculos en el uso de la razón.

¿Cómo combatimos el miedo? Muchos dirían que con una gran dosis de fortaleza y autodeterminación; pero si bien serán necesarias en ese proceso de lucha; lo indispensable será la confianza. Los hijos sienten seguridad porque confían en que sus padres les cuidarán, proveerán y guiarán por el buen camino. Confiamos en nuestras capacidades personales para salir adelante, en resolver un problema, confiamos en las instituciones educativas y que ellas serán los socios estratégicos en la formación de nuestros hijos, el alumno confía en su maestro y viceversa. Por tanto, la confianza será inversamente proporcional al miedo y será la herramienta para combatirlo.

Es importante tener en claro que, para convertirnos en sujetos dignos de confianza, debemos honrar nuestra palabra, tener una conducta previsible, que permita a los demás anticipar nuestro comportamiento. Para ello, la coherencia y el ejemplo serán los engranajes indispensables. Esta reflexión trasciende a la figura de las instituciones.

La sabiduría que se va adquiriendo con los años, implica experiencia, adaptación a los constantes cambios. Un aniversario más, para el Colegio Santa Margarita, envuelve la confianza que la comunidad educativa le otorga al saber mantener los principios éticos y morales que definen a la persona a través del tiempo. Los que tenemos la dicha de ser parte de esta familia, no tenemos miedo, confiamos en que no se cesará en batallar por formar a personas íntegras, resaltando que su actuación estará guiada por el amor que se encierra en las buenas intenciones; así como por el conocimiento profesional y por la experiencia.

¡Feliz 70 aniversario, querido Colegio Santa Margarita!


Miss Cecilia Lozada